Vida Fraterna

sábado, 27 de agosto de 2016

87 ANIVERSARIO DE REINCORPORACIÓN DE TACNA AL PERU




87 ANIVERSARIO DE REINCORPORACIÓN DE TACNA

Estimados hermanos en el Señor, y este día muy especial para nuestra Región de Tacna que está cumpliendo 87 años de su reincorporación al Perú. Por tal motivo a comunidad franciscana del Convento San Antonio (Fr Nicolas, Fr Benigno, Fr Julio, Fr Mauricio y Fr Felix), y todas sus instituciones tanto de la parroquia Espíritu Santo, Señor de los  Milagros, y el Colegio San Francisco se permite expresar a Uds. Y familia un saludo franciscano de Paz y Bien. Y eleva a su vez una plegaria de oración a nuestro creador para que derrame muchas bendiciones a toda nuestra región de Tacna  en el que nace le Perú revestido de los colores rojo y blanco, colores que resumen su espíritu de servicio, trabajo y lucha por su visión y sueño fijada por sus grandes hombre que dieron su vida y pintaron de rojo el Perú, pero también de color blanco porque es un pueblo que tiene como misión vivir en paz en base a la práctica de valores que nos unen a los mismos sentimientos de Cristo Jesús (Flp 2,5).

Como es bien sabido que, en nuestra página de la historia del Perú nos topamos con la escena de la guerra del Pacífico en el que perdimos los territorios de Tacna, Arica y Tarapacá Y ESTO TRAEMOS A COLACION NO PARA ALIMENTAR RECENTIMIENTOS SINO PARA SABER AMAR Y AMARNOS UNOS A OTROS Y VIVIR POR SIEMPRE EN PAZ COMO EL SEÑOR NOS ENSEÑA (Jn 13,34). El tratado de Ancón estableció que Tacna y Arica podían ser recuperadas mediante un plebiscito. En tal virtud luego de negociaciones, Tacna es reincorporada al seno de la patria gracias a la indesmayable resistencia del pueblo tacneño.

Tacna como se sabe fue ocupada por el ejército chileno después de la batalla del Alto de la Alianza hecho sucedido el 27 de mayo de 1880. Con el Tratado de Ancón firmado el 20 de octubre de 1883, se ordenó que Tacna al igual que Arica, queden en poder absoluto de Chile por diez años. Asimismo una vez cumplida la década debía realizarse un plebiscito que definiera el destino de ambas provincias peruanas en manos del país sureño.

Es así que Chile hizo pasar mucho más de 10 años para que se evite realizar el plebiscito. Lo cual se pudo realizar luego de 49 años de ocupación. Para recuperar estos territorios, el Perú inicio negociaciones que dieron como resultado, someter este problema al arbitraje del Presidente de los Estados Unidos y por representantes de EE.UU, Perú y Chile. Fué en 1928 que durante el gobierno de Leguía que se reiniciaron las negociaciones y que después de muchas y complejas negociaciones que al final se logró la firma el día 3 de junio de 1929 del Tratado Rada Gamio-Figueroa Larraín, también llamado Tratado de Lima donde el gobierno de Perú tuvo que renunciar a la provincia de Arica, pero recuperando la provincia de Tacna de 8.678 km² al Perú, mientras que la provincia de Arica de 15.351 km² queda en poder del país chileno. Dicho acto histórico de reincorporación se realizó y cumplió el miércoles 28 de agosto de 1929.

El día 28 de agosto de 1929, la ciudad de Tacna amanece embanderada y en las calles se reúnen todos los pobladores que conforman la provincia de Tacna: Sama, Locumba, Calana, Pachia, Ilabaya, Candarave y Tarata. Luego se concentran en la Plaza de Armas y en el Pasaje Vigil, llevando escarapelas y cintas rojiblancas. Los delegados del Perú y Chile se reúnen en la casa donde funcionaba la Comisión Jurídica que iba a realizar el plebiscito en 1926. Es a las 2 de la Tarde que se reúnen en la Casa Jurídica, los delegados peruanos, Pedro José Rada y Gamio, General José Ramón Pizarro, Arturo Núñez Chávez, Ángel Gustavo Cornejo y Monseñor Mariano Holguín con los delegados de Chile, Gonzalo Robles y Alberto Serrano, quienes firman el "Acta de Entrega de Tacna".

Luego jubilosos todos los tacneños presentes en la Plaza de Armas al no encontrar el asta, para izar el pabellón nacional en la prefectura, el joven tacneño Edgar Empson iza la bandera  en la torre izquierda de la Catedral de Tacna. Luego, la banda de los Húsares de Junín procede a tocar el Himno Nacional del Perú, para luego el Monseñor Holguin emitir su discurso acompañado del repique de campanas. Para luego continuar con el desfile e los Húsares de Junín, la Guardia Junín y las Fuerzas policiales. A las 5 de la tarde se toma juramento al nuevo alcalde de Tacna el Señor Armando Vargas Blondell, donde también juramenta el presidente de la Corte de Justicia: Carlos A. Téllez y el prefecto Federico Fernandini Muñoz. Este glorioso día culmina con una comida entre los delegados y las nuevas y flamantes autoridades tacneñas. Recordemos que en la última semana del mes de agosto se celebra la fiesta de Tacna, el día 27 es la Ofrenda de la Juventud y el día 28 el Homenaje a la Mujer Tacneña y la Procesión de la Bandera

Es por todos estos hechos que gracias a la heroicidad de sus pobladores nuestra bandera flamea libre, orgullosa y triunfante gracias a que su pueblo soportó medio siglo de cautiverio sin quebrarse ante la ocupación del vecino país del sur. Esta es la verdad de nuestra historia de si lo valoramos  y enseñamos a nuestros hijos, ellos también sabrán dar su cooperación en aras de forjar siempre una sola nación que es el Perú y eso será Posible si escuchamos a nuestro Divino y Súper maestro: “Que todos sean uno como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17,21). ¡VIVA TACNA! ¡VIVA EL PERÙ!  Y PAZ Y BIEN.



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jueves, 27 de noviembre de 2014

Nuevo Ministro Provincial



ELECCIÓN DEL NUEVO MINISTRO PROVINCIAL

Todos los hermanos estén obligados a tener siempre por ministro y siervo general de toda la fraternidad a uno de los hermanos de esta Religión, y estén obligados firmemente a obedecerle. Cuando éste fallezca, (renuncie) hágase la elección del sucesor por los ministros provinciales y custodios en el Capítulo de Pentecostés; y a este Capítulo deban siempre concurrir los ministros provinciales, dondequiera que lo estableciere el ministro general; y esto han de hacerlo una vez cada tres años, o en otro término de tiempo mayor o menor, como lo haya ordenado el dicho ministro (RB VIII).

Los Hermanos Menores, hijos de san Francisco de Asís, integrantes de la Provincia Franciscana de los XII Apóstoles del Perú, reunidos en el Capítulo Provincial, celebrado en el Convento San Francisco de la ciudad de Lima, los días: 17 al 22 de noviembre del año 2014; invocando el querer del Espíritu Santo y su santa operación (El viento sopla a donde quiere, oyes sus ruido pero no sabes de dónde ni adónde va; así son los que nacen en el espíritu, Jn 3,8). En un ambiente de gozo y esperanza eligieron el nuevo gobierno provincial con el siguiente resultado:

Nuevo y flamante Ministro Provincial Fr. Neri Menor Vargas, Ofm,

Vicario provincial Fr. Guido Zegarra Ponce, Ofm

I Definidor Provincial:  Fr. Nicolas Ojeda Nieves, Ofm  
II Definidor Provincial:  Fr. Alfonso Gibu Tokumoto, Ofm  
III Definidor Provincial: Fr. Fermín Peña López, Ofm  
IV Definidor Provincial: Fr. Elfer Núñez Saavedra, Ofm  
V Definidor Provincial:  Fr. Elvis Pacheco Palomino, Ofm  

Por tanto, entrando en sintonía con el querer del Espíritu Santo, aceptamos y nos complacemos profundamente por este designio que Dios nos regaló en nuestros hermanos electos para el gobierno provincial. Les felicitamos sinceramente y auguramos muchos éxitos en su misión de guiarnos por el camino que Dios nos concede a ejemplo de Pobrecillo de Asís. El Señor nos ha dicho: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá” (Jn 15,16). Y san Pablo al respecto nos dice: “Hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos” (I Cor 12,4-6).

  La perfecta obediencia (Adm 3)

Dice el Señor en el Evangelio: Quien no renuncie a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo (Lc 14,33). Y: Quien quiera salvar su alma, la pierda (Lc 9,24). Abandona todo lo que posee y pierde su cuerpo el hombre que se ofrece a sí mismo totalmente a la obediencia en manos de su prelado. Y todo lo que haga o diga, si sabe que no es contrario a su voluntad, mientras sea bueno lo que haga, es verdadera obediencia. Y cuando el súbdito vea algo mejor y de más provecho para su alma que lo que le manda el prelado, sacrifique lo suyo voluntariamente a Dios y procure, en cambio, poner por obra lo que le manda el prelado. Pues ésta es la obediencia caritativa (1Pe 1,22), porque cumple con Dios y con el prójimo. Pero, si el prelado manda al súbdito algo contra su alma, no lo obedezca, mas no lo abandone. Y si por ello tiene que soportar persecución por parte de algunos, ámelos más por Dios. Porque quien prefiere padecer persecución antes que separarse de sus hermanos, se mantiene verdaderamente en la obediencia perfecta, porque entrega su alma (Jn 15.13) por sus hermanos.


Pues son muchos los religiosos que, so pretexto de ver cosas mejores que las que mandan sus prelados, miran atrás (Lc 9,62) y vuelven al vómito de la voluntad propia (Prov 26,11; 2Pe 2,22). Esos son homicidas, y, por sus malos ejemplos, hacen que se pierdan muchas almas.

sábado, 8 de noviembre de 2014

ELECCIÓN DEL NUEVO PROVINCIAL (17-22 DE NOV DEL 2014)


REFLEXIÓN Y ORACIÓN EN LA ELECCIÓN DEL NUEVO PROVINCIAL Y SU DEFINITORIO

PROVINCIA FRANCISCANA DE LOS XII APOSTOLES DEL PERÚ

Jesús subió a la montaña y llamó a su lado a los que Él quiso. Ellos fueron hacia él, y Jesús instituyó a Doce para que estuvieran con él, y para enviarlos a predicar con el poder de expulsar a los demonios. Así instituyó a los Doce” (Mc 3,13-16). Jesús agregó: “No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá” (Jn 15,16). Pero el Señor exhortó: “Yo soy la vid, ustedes los sarmientos. El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer” (Jn 15,5). Que,  por el camino, proclamen que el Reino de los Cielos está cerca. Curen a los enfermos, resuciten a los muertos, purifiquen a los leprosos, expulsen a los demonios. Ustedes han recibido gratuitamente, den también gratuitamente. No lleven encima oro ni plata, ni monedas, ni provisiones para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón; porque el que trabaja merece su sustento” (Mt 10,7-10). A escuchar estas palabras del evangelio nuestro Padre Francisco se emocionó mucho.

En efecto, el 24 de febrero de 1209, estando Francisco oyendo misa en la Porciúncula, oyó leer el pasaje del Evangelio en que Jesús envió a sus Apóstoles a predicar. Después hizo que el sacerdote le expusiera más minuciosamente ese Evangelio. El sacerdote se lo explicó punto por punto; y cuando Francisco oyó que a un discípulo de Cristo no le es lícito poseer oro ni plata ni cobre, ni llevar bolsa ni alforja ni báculo para el camino, ni tener zapatos ni dos vestidos, sino que debe predicar el reino de Dios y la penitencia, se alegró grandemente en espíritu y exclamó: «Esto es lo que yo quiero, esto es lo que yo busco, esto es lo que en lo más íntimo del corazón anhelo poner en práctica». Al punto se quitó los zapatos, lanzó el bastón que llevaba en su mano, tomó una cuerda en vez del cinturón de cuero y se hizo un vestido de tela burda, grabando sobre él la señal de la cruz. También se esforzó en cumplir con el mayor esmero y con el más profundo respeto todo lo demás que había oído en aquella misa, «pues -añade su biógrafo- nunca fue oyente sordo del Evangelio sino que, confiando a su feliz memoria cuanto oía, procuraba cumplirlo a la letra sin tardanza» (1 Cel 22; TC 25; LM 3,3-4).

Lo nuevo y característico del ideal del Hermano Menor no consistía en considerar el Evangelio como norma y regla de la vida cristiana y de la perfección moral. Ningún cristiano y menos un fundador de Orden religiosa ha podido jamás pensar de distinto modo. Todo cristiano está obligado a cumplir la ley moral del Evangelio. El Pobrecillo promete además guardar también los consejos evangélicos de obediencia, pobreza y castidad, y por ello se distingue de los demás cristianos, como los Apóstoles se distinguían de los demás discípulos de Cristo. Por eso los Padres de la Iglesia no tienen reparo en afirmar que la vida religiosa es la verdadera, la única vida evangélica y apostólica. Verdad es que esta sublime idea del estado religioso se oscureció en gran manera más tarde, debido a la relajación siempre crecientes de la vida eclesiástica.

San Pablo nos recuerda las causas de nuestra vocación franciscana: “Mientras los judíos piden milagros y los griegos van en busca de sabiduría, nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado, escándalo para los judíos y locura para los paganos, pero fuerza y sabiduría de Dios para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres. Hermanos, tengan en cuenta quiénes son los que han sido llamados: no hay entre ustedes muchos sabios, hablando humanamente, ni son muchos los poderosos ni los nobles. Al contrario, Dios eligió lo que el mundo tiene por necio, para confundir a los sabios; lo que el mundo tiene por débil, para confundir a los fuertes; lo que es vil y despreciable y lo que no vale nada, para aniquilar a lo que vale. Así, nadie podrá gloriarse delante de Dios. Por él, ustedes están unidos a Cristo Jesús, que por disposición de Dios, se convirtió para nosotros en sabiduría y justicia, en santificación y redención, a fin de que, como está escrito: El que se gloría, que se gloríe en el Señor” (I Cor 1,22-31).

El mismo Señor en su oración resaltó la forma de vida evangélica en minoridad: "Te alabo, Padre, Señor de cielo y tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y se las has revelado a la gente sencilla. Sí, Padre, porque así lo has querido. Todo me ha sido dado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, así como nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana" (Mt 11,25-30). Y a los de corazón pobre Dios siempre escucha: "Padre, te doy gracias porque me has escuchado. Yo sé que siempre me escucharás, pero lo digo por la gente que me rodea, para que ellos crean que tú me has enviado" (Jn 11,40-42).

En las vísperas de celebrarse un capítulo más de nuestra querida provincia me permito mencionar algunos puntos de reflexión y oración para el éxito de nuestro capitulo provincial:

1)      La urgencia de anunciar el Evangelio sin rebajas (Jn 6,67):
Jesús, luego de su resurrección, les aclaró: “Todo poder se me dio en el cielo y en la tierra” (Mt 28,18). Les confirmó el don del Espíritu: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes. Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: Reciban el Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan" (Jn 20,21-23). Los envió a los apóstoles al mundo entero, para hacer discípulos de todos los pueblos y bautizarlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo y enseñándoles a cumplir todo el evangelio y que él mismo estará acompañando en la misión hasta el fin del mundo (Mt 29, 19-20). La Iglesia hace esto presentando el Evangelio sin rebajarlo: “No piensen que vine para abolir la Ley o los Profetas. No he venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Les aseguro que no desaparecerá ni una letra ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice. El que no cumpla el más pequeño de estos mandamientos, y enseñe a los otros a hacer lo mismo, será considerado el menor en el Reino de los Cielos. En cambio, el que los cumpla y enseñe, será considerado grande en el Reino de los Cielos” (Mt 5,17-19).

2)      El anuncio del escándalo de la cruz (I Cor 1,23)
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida a causa de mí, la encontrará. ¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus ángeles, y entonces pagará a cada uno de acuerdo con sus obras” (Mt 16,24-27). El anuncio del Evangelio del Reino de Dios se concretiza en el anuncio de "Jesucristo, y Jesucristo crucificado" (1 Cor 2, 2). Es precisamente este escándalo de la cruz el que humilla la "soberbia" de la mente humana y la eleva para que acepte la sabiduría que viene de lo alto.
Aquí conviene tener mucho cuidado. No solo se trata de anunciar la cruz, sino de vivir el escándalo de la Cruz, caso contrario la misión no funcionará: Jesús dijo a la multitud y a sus discípulos: "Los escribas y fariseos ocupan la cátedra de Moisés; ustedes hagan y cumplan todo lo que ellos les enseñan, pero no se guíen por sus obras, porque no viven lo que enseñan. Atan pesadas cargas y las ponen sobre los hombros de los demás, mientras que ellos no quieren moverlas ni siquiera con el dedo” (Mt 23,1-4).

3)      Iglesia de mártires (Hch 1,8)
Jesús aclaró con anticipación que: “En el mundo tendrán que sufrir mucho; pero tengan valor: yo he vencido al mundo" (Jn 16,33). Dijo también: “Yo los envío como ovejas en medio de lobos: sean entonces astutos como serpientes y sencillos como palomas. Cuídense de los hombres, porque los entregarán a los tribunales y los azotarán en sus sinagogas. A causa de mí, serán llevados ante gobernadores y reyes, para dar testimonio delante de ellos y de los paganos. Cuando los entreguen, no se preocupen de cómo van a hablar o qué van a decir: lo que deban decir se les dará a conocer en ese momento, porque no serán ustedes los que hablarán, sino que el Espíritu de su Padre hablará en ustedes. El hermano entregará a su hermano para que sea condenado a muerte, y el padre a su hijo; los hijos se rebelarán contra sus padres y los harán morir. Ustedes serán odiados por todos a causa de mi Nombre, pero aquel que persevere hasta el fin se salvará. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, y si los persiguen en esta, huyan a una tercera. Les aseguro que no acabarán de recorrer las ciudades de Israel, antes de que llegue el Hijo del hombre” (Mt 10,16-23),

El Cristo crucificado está íntimamente ligado a la Iglesia crucificada. Es la Iglesia de los mártires, de los de los primeros siglos hasta la de los numerosos fieles que, en ciertos países, se exponen a la muerte simplemente por ir a la Misa dominical. […] Jesús predice: "Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes" (Jn 15, 20). Por eso, la persecución es la corona de la Iglesia, es una cruz que debe envolvernos en la misión de cada día. Pero la persecución no siempre es física, existe también la persecución de la mentira: "Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí" (Mt 5, 11).

4)      En medio de las dificultades ser testigo de la verdad (Jn 14,6)
Jesús dijo a aquellos judíos que habían creído en él: "Si ustedes permanecen fieles a mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos, entonces conocerán la verdad y la verdad los hará libres" (Jn 8,31-32). El mismo Señor los consagró en la verdad a sus apóstoles. “Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad. Tu palabra es verdad. Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo. Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad” (Jn 17,17-19). De modo que, este es el gran reto que tenemos como hermanos menores y eso es lo que nuestro Padre San Francisco nos plantea cuando nos dice: La regla y vida de los Hermanos Menores es esto: Vivir el santo evangelio se nuestro Señor Jesucristo” (RB I).

5)      Ser promotores del don de la fe (Lc 17,5)
El padre del muchacho endemoniado le dijo: "Señor, ten piedad de mi hijo, que está poseído y está muy mal: frecuentemente cae en el fuego y también en el agua. Yo lo llevé a tus discípulos, pero no lo pudieron curar. Jesús respondió: ¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo aquí. Jesús increpó al demonio, y este salió del niño, que desde aquel momento quedó curado. Los discípulos se acercaron entonces a Jesús y le preguntaron en privado: ¿Por qué nosotros no pudimos expulsar ese demonio? Porque ustedes tienen poca fe, les dijo. Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: Trasládate de aquí a allá, y la montaña se trasladaría; y nada es imposible para quien cree y tiene fe"(Mt 17,15-20). La fe como don de Dios hay que pedírselo con mucha convicción como aquel otro padre del muchacho endemoniado. Jesús le preguntó al padre: “¿Cuánto tiempo hace que está así? Desde la infancia, le respondió, y a menudo lo hace caer en el fuego o en el agua para matarlo. Si puedes hacer algo, ten piedad de nosotros y ayúdanos. ¡Cómo es eso que si puedes...!, respondió Jesús. Todo es posible para el que cree y tiene fe.  Inmediatamente el padre del niño exclamó: "Creo, pero aumenta mi fe" (Mc 9,22-24).

La base de la misión encargada es la fe y la fe devota se mantiene viva gracias a millones de fieles sencillos que están lejos de ser llamados teólogos, pero quienes, desde la intimidad de sus oraciones, reflexiones y mantienen una fe viva, por eso pueden dar profundos consejos a sus religiosos, hermanos menores. Son ellos los que "destruirán la sabiduría de los sabios y rechazarán la ciencia de los inteligentes" (1 Cor 1, 19). Esto quiere decir que cuando el mundo, con toda su ciencia e inteligencia, abandona el logos de la razón humana, el Logos de Dios brilla en los corazones simples, que forman la médula de la que se nutre la espina dorsal de la Iglesia santa (Ef 5,27).

ORACIÓN PARA EL ÉXITO DEL CAPITULO PROVINCIAL (17-22 de Noviembre del 2014)

Oh Señor, aquí estamos, reunidos en tu Nombre. Toda la Provincia franciscana de los XII Apóstoles del Perú ven a nosotros y permanece con nosotros. Dígnate penetrar en nuestra sabiduría y entendimiento para saber discernir según tu voluntad sobre el futuro y la misión de nuestra Provincia.

Enséñanos lo que hemos de saber y hacer, por dónde debemos caminar, y muéstranos lo que debemos practicar para que, con tu ayuda, sepamos agradarte en todo. Sé Tú la único motivación de nuestras decisiones; Tú, el único que, con Dios Padre y su Hijo, posees un nombre glorioso, no permitas que quebrantemos la verdad y la justicia, Tú, que amas la suprema equidad: que la ignorancia no nos arrastre al desacierto; que el favoritismo o interés personal no nos permita desviarnos de tu voluntad; que no nos corrompa la acepción de personas o de cargos. Por el contrario, únenos eficazmente a Ti, sólo con el don de tu Gracia, para que seamos uno en Ti.

Lo mismo que estamos reunidos en Tu nombre, así también, haz que mantengamos en todo la justicia, moderados por la piedad, para que, hoy, nuestras opiniones en nada se aparten de Ti, y, en el futuro, obrando rectamente, consigamos los premios eternos. Amén.
V/ Santa María. R/ Ruega por nosotros

ORACIÓN PARA LA ELECCIÓN DEL NUEVO PROVINCIAL

Señor Jesucristo, Tú eres el Buen Pastor, y nunca descuidas tu rebaño. Tú nos diste vida para que podamos vivir, y nombraste pastores según tu corazón para guiar a tu pueblo con la palabra y con el ejemplo para igualmente entregarse por amor. Te damos gracias por el ministerio del Ministro provincial saliente y por su servicio a la Iglesia y al Perú. Te pedimos que ahora le des un período de fecundo descanso y oración, de gratitud y alabanza.

Te pedimos, Señor Jesús, con el Padre, que envíes al Espíritu Santo a nuestra Provincia Franciscana de los XII Apóstoles del Perú una vez más. En particular, guía a los hermanos capitulares quienes ejercerán el deber y el privilegio de elegir a un nuevo Ministro Provincial. Guía sus deliberaciones y decisiones con sabiduría divina e intuición Santa.

Señor Jesús, da al nuevo Provincial, que sea elegido, abundancia de santidad y fortaleza, para llevar a cabo la misión que le encomendarás. Que tu Palabra reine en su vida, y que todas sus palabras y acciones encaminen a la Provincia hacia ti, supremo y eterno Pastor, y único mediador entre Dios y la humanidad, y que María Santa, la Reina Inmaculada de la Iglesia lo guíe, que el Pobrecillo de Asís sea su luz y la fuerza de tu Espíritu lo cubra con su Santo amor. Porque tú vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


"Señor, tú que conoces los corazones de todos, muéstranos a cuál de los dos elegiste para desempeñar el ministerio del apostolado, en el cargo del Ministro Provincial" (Hch 1,24-25): X… o Y…?


martes, 26 de agosto de 2014

85 años de reincorporación de Tacna al Perú


Estimados hermanos en el Señor, y este día muy especial para nuestra Región de Tacna que está cumpliendo 85 años de su reincorporación al Perú. Por tal motivo a comunidad franciscana del Convento San Antonio (Fr Dante, Fr Julio, Fr Nicolás, Fr Manuel), y todas sus instituciones tanto de la parroquia Espíritu Santo, Señor de los  Milagros, y el Colegio San Francisco se permite expresar a Uds. Y familia un saludo franciscano de Paz y Bien. Y eleva su vez una voz de oración a nuestro creador para que derrame muchas bendiciones a toda nuestra región de Tacna  en el que nace le Perú revestido de los colores rojo y blanco, colores que resumen su espíritu de servicio, trabajo y lucha por su visión y sueño fijada por sus grandes hombre que dieron su vida y pintaron de rojo el Perú, pero también de color blanco porque es un pueblo que tiene como misión vivir en paz en base a la práctica de valores que nos unen a los mismos sentimientos de Cristo Jesús (Flp 2,5).

Como es bien sabido que, en nuestra página de la historia del Perú nos topamos con la escena de la guerra del Pacífico en el que perdimos los territorios de Tacna, Arica y Tarapacá Y ESTO TRAEMOS A COLACION NO PARA ALIMENTAR RECENTIMIENTOS SINO PARA SABER AMAR Y AMARNOS UNOS A OTROS Y VIVIR POR SIEMPRE EN PAZ COMO EL SEÑOR NOS ENSEÑA (Jn 13,34). El tratado de Ancón estableció que Tacna y Arica podían ser recuperadas mediante un plebiscito. En tal virtud luego de negociaciones, Tacna es reincorporada al seno de la patria gracias a la indesmayable resistencia del pueblo tacneño.

Tacna como se sabe fue ocupada por el ejército chileno después de la batalla del Alto de la Alianza hecho sucedido el 27 de mayo de 1880. Con el Tratado de Ancón firmado el 20 de octubre de 1883, se ordenó que Tacna al igual que Arica, queden en poder absoluto de Chile por diez años. Asimismo una vez cumplida la década debía realizarse un plebiscito que definiera el destino de ambas provincias peruanas en manos del país sureño.

Es así que Chile hizo pasar mucho más de 10 años para que se evite realizar el plebiscito. Lo cual se pudo realizar luego de 49 años de ocupación. Para recuperar estos territorios, el Perú inicio negociaciones que dieron como resultado, someter este problema al arbitraje del Presidente de los Estados Unidos y por representantes de EE.UU, Perú y Chile. Fué en 1928 que durante el gobierno de Leguía que se reiniciaron las negociaciones y que después de muchas y complejas negociaciones que al final se logró la firma el día 3 de junio de 1929 del Tratado Rada Gamio-Figueroa Larraín, también llamado Tratado de Lima donde el gobierno de Perú tuvo que renunciar a la provincia de Arica, pero recuperando la provincia de Tacna de 8.678 km² al Perú, mientras que la provincia de Arica de 15.351 km² queda en poder del país chileno. Dicho acto histórico de reincorporación se realizó y cumplió el miércoles 28 de agosto de 1929.

El día 28 de agosto de 1929, la ciudad de Tacna amanece embanderada y en las calles se reúnen todos los pobladores que conforman la provincia de Tacna: Sama, Locumba, Calana, Pachia, Ilabaya, Candarave y Tarata. Luego se concentran en la Plaza de Armas y en el Pasaje Vigil, llevando escarapelas y cintas rojiblancas. Los delegados del Perú y Chile se reúnen en la casa donde funcionaba la Comisión Jurídica que iba a realizar el plebiscito en 1926. Es a las 2 de la Tarde que se reúnen en la Casa Jurídica, los delegados peruanos, Pedro José Rada y Gamio, General José Ramón Pizarro, Arturo Núñez Chávez, Ángel Gustavo Cornejo y Monseñor Mariano Holguín con los delegados de Chile, Gonzalo Robles y Alberto Serrano, quienes firman el "Acta de Entrega de Tacna".

Luego jubilosos todos los tacneños presentes en la Plaza de Armas al no encontrar el asta, para izar el pabellón nacional en la prefectura, el joven tacneño Edgar Empson iza la bandera  en la torre izquierda de la Catedral de Tacna. Luego, la banda de los Húsares de Junín procede a tocar el Himno Nacional del Perú, para luego el Monseñor Holguin emitir su discurso acompañado del repique de campanas. Para luego continuar con el desfile e los Húsares de Junín, la Guardia Junín y las Fuerzas policiales. A las 5 de la tarde se toma juramento al nuevo alcalde de Tacna el Señor Armando Vargas Blondell, donde también juramenta el presidente de la Corte de Justicia: Carlos A. Téllez y el prefecto Federico Fernandini Muñoz. Este glorioso día culmina con una comida entre los delegados y las nuevas y flamantes autoridades tacneñas. Recordemos que en la última semana del mes de agosto se celebra la fiesta de Tacna, el día 27 es la Ofrenda de la Juventud y el día 28 el Homenaje a la Mujer Tacneña y la Procesión de la Bandera

Es por todos estos hechos que gracias a la heroicidad de sus pobladores nuestra bandera flamea libre, orgullosa y triunfante gracias a que su pueblo soportó medio siglo de cautiverio sin quebrarse ante la ocupación del vecino país del sur. Esta es la verdad de nuestra historia de si lo valoramos  y enseñamos a nuestros hijos, ellos también sabrán dar su cooperación en aras de forjar siempre una sola nación que es el Perú y eso será Posible si escuchamos a nuestro Divino y Súper maestro: “Que todos sean uno como tú, Padre, estás en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado” (Jn 17,21). ¡VIVA TACNA! ¡VIVA EL PERÙ!  Y PAZ Y BIEN.



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sábado, 26 de julio de 2014

AVISO NECROLOGICO




Apreciada Familia de la Provincia franciscana de los Apóstoles del Perú

Presente:

La Fraternidad de San Antonio de Tacna: 

Fr Dante, Fr Julio, Fr Nicolás,  y Fr Manuel, tienen la penosa noticia que comunicarles: El sensible fallecimiento de nuestro Hermano:

Fr Abraham Espino Ríos Ofm  acaecido hoy, martes 22 del Presente mes, mes de la patria en el Convento de San Antonio de Tacna a horas 13,20.

 Como fraternidad, sentimos una enorme pena en nuestros corazones debido a la partida de Nuestro hermanos Abraham Espino. Tal vez son pocas las oportunidades en las que nos ponemos a pensar que no estaremos en este mundo para siempre y que en algún momento tendremos que partir, por eso cuando nos deja un ser querido como es Fr. Abraham nos invade una gran tristeza porque ya no le volveremos a ver en este mundo, sin embargo nos llena de un gran consuelo el saber que la muerte es solo un paso más, que no es el final, que aquella persona se encuentra en otra dimensión, donde ya no hay dolor ni enfermedad, donde desaparecen las preocupaciones de este mundo y que en algún momento también llegará nuestro turno de partir y entonces nos volveremos de nuevo a ver. Constructo racional y de fe que nos permite decirle:

Querido y estimado Abraham Espino Ríos Ofm, habías venido al mundo un 16 de marzo del año 1927, en la ciudad de Pisco, Ica. De padres: Sr Abraham Espino y Sra Manuela Ríos. Entraste al convento el 1° de marzo del año 1968. Consagraste tu vida al servicio de Dios haciendo tu primera profesión de voto temporal el 02 de Marzo de 1969 y te consagraste como fraile menor para siempre haciendo tu profesión solemne el día 27 de Noviembre del año 2001. Hoy, martes 22 del presente a horas 13,20 en nuestro convento san Antonio Tacna dejas este mundo. Hasta hoy nos acompañaste con un testimonio de vida como muchos santos sin hacer muchas cosas ruidosas pero una vida de simplicidad y humildad como buen hermano menor y nos dejas para nunca más volver regalarnos una sonrisa más.  Siempre recordaremos tus pasitos muy seguros, pero especialmente por tu fe y devoción a la virgen del Milagro y a la Santa Eucaristía.

Querido hermano Abraham, ya te extrañamos pero nuestro consuelo es el saber que desde la eternidad estarás velando por el bienestar de Tus hermanos que quedamos en el mundo para seguir con la sagrada misión de seguir anunciando el Evangelio. Seguro que hubieras querido decirnos muchas cosas en tu despedida, pero tu semblante nos expresa lo que un día, nuestro padre San Francisco nos dejó estas palabras de consolación: “Yo he cumplido mi tarea, el Señor les enseñe lo que a ustedes les toca hacer” (II Cel 214).

Oh Señor, ahora comprendemos mejor lo que nos dijiste: “Ustedes también estén preparados, porque el Hijo del hombre vendrá a la hora menos pensada” (Mt 24,44). Y lo que San Pablo también ya nos había dicho: “Nada trajimos cuando vinimos al mundo, y al irnos, nada podremos llevar” (I Tm 6,7). Y  “ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí. Si vivimos, vivimos para el Señor, y si morimos, morimos para el Señor: tanto en la vida como en la muerte, pertenecemos al Señor. Porque Cristo murió y volvió a la vida para ser Señor de los vivos y de los muertos” (Rm 14,7-9).

Señor, tu nos has dicho “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás” (Jn 11,25-26). Te pedimos de tu infinita misericordia que acojas en tu reino a nuestro hermano Abraham Espino Ríos y si por su condición humana tuvo algún pecado en este mundo Perdónale y santifícale para que goce en tu mansión celestial.
Amen.

sábado, 21 de junio de 2014

SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO



DOMINGO DEL CUERPO Y SANGRE DE CRISTO - A (22 de Junio del 2014)

Proclamación del Evangelio según San Juan 651-58:

En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá eternamente, y el pan que yo daré es mi carne para la Vida del mundo". Los judíos discutían entre sí: "¿Cómo este hombre puede darnos a comer su carne?" Jesús les respondió: "Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente". PALABRA DEL SEÑOR.

REFLEXION:

Estimados amigos(as) en el señor Paz y Bien.

Recuerdan Uds. aquella escena en que Juan muy bien lo define: “La palabra de Dios se hizo carme” (Jn 1,14).  Y Cuando Jesús nació y los reyes venidos del medio oriente preguntaron “Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo. Herodes y todo Jerusalén al oír esta noticia se alborotó” ( Mt 2,2-3). U Otro episodio cuando mismo Jesús dijo: “He bajado del cielo no para hacer mi voluntad” (Jn 6,38). Todos quedaron escandalizados y dijeron: “pero si conocemos a la mamá, al papá, si este es Jesús! Entonces qué está hablando este” (Mt 13,55). Hoy nos encontramos con otra resistencia. Cuando Jesús dijo “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo” (Jn 6,51). Inmediatamente la gente se pregunta: “¿Cómo puede éste hombre darnos a comer su carne?” (Jn 6,52). La gente no entendió aquella palabra que el Ángel dijo a Marìa: “Nada es imposible para Dios” (Lc 1,37)

Jesús mismo nos ha dicho: “Todo es posible para Dios” (Mt 19,26). Y así un día convirtió el agua en vino: Jesús dijo a los sirvientes: "Llenen de agua estas tinajas". Y las llenaron hasta el borde. "Saquen ahora, agregó Jesús, y lleven al encargado del banquete". Así lo hicieron. El encargado probó el agua cambiada en vino y como ignoraba su origen, aunque lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua, llamó al esposo y le dijo: "Siempre se sirve primero el buen vino y cuando todos han bebido bien, se trae el de inferior calidad. Tú, en cambio, has guardado el buen vino hasta este momento". Este fue el primero de los signos de Jesús, y lo hizo en Caná de Galilea. Así manifestó su gloria, y sus discípulos creyeron en él. (Jn 27-11). Así pues, la omnipotencia de Dios hizo posible que su Palabra se hiciera carne, que esa Palabra que es su Hijo, tiene el poder de convertir el agua en vino, hoy convierte ante nuestros ojos el Pan en su cuerpo y el vino en su sangre al decir: "Tomen y coman que esto es mi Cuerpo". Después tomó una copa, dio gracias y se la entregó, diciendo: "Tomen y beban todos de él, porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza que será derramada por Uds para el perdón de los pecados, y hagan esto en conmemoración mía” (Mt 26,26-29). Pero el evangelio de este domingo en la fiesta del corpus Christi es tomado según San Juan que tiene los siguientes detalles.

El evangelio de este domingo (Jn 6,51-58) contiene siete afirmaciones de invitación a COMER. ¿Què significa comer? significa asimilar, significa saber decir el Amén eucarístico, significa hacer verdaderamente la comunión. No un Jesús al cual contemplamos a distancia. Un Jesús al cual ahora nosotros encarnamos. Con quien nosotros nos hacemos una sola cosa. Pero ni una sola afirmación comer se repite al pie de la letra. Siempre hay una variante, siempre hay una nueva luz, siempre se abre una nueva ventana para que comprendamos la profundidad del misterio de la comunión:

La primera es una afirmación que comienza en negativo, en condicional. “Si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán vida en Uds” (Jn 6,53).

La segunda, por el contrario es positiva: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día” (Jn 6,54).

Enseguida en la tercera vuelve a insistir: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”(Jn 6,55).

La cuarta afirmación vuelve sobre el mismo concepto con una proposición bellísima que habla ahora de la alianza. “El que come mi carne y bebe mi sangre vive en mi y yo en él”(Jn 6,56).

La quinta se basa en una comparación: “Así como el Padre que me ha enviado posee la vida y yo vivo por Él, así también el que me coma vivirá por mi”(Jn 6,57). La naturaleza de la alianza entre el discípulo y el Maestro viene de la comunión del Padre y del Hijo porque comulgar es hacer viva alianza con Cristo y en Él con la Trinidad.

La sexta afirmación es otra afirmación impositiva, muy bonita. Jesús dice lo que ocurre enseguida: “Este es el pan que ha bajado del cielo, no como el pan que comieron vuestros antepasados,  ellos murieron”(Jn 6,58).

Séptima afirmación, la última, la más vibrante, termina haciendo una distinción del pan material y el pan de la vida eterna: “Ellos murieron al comer el mana, pero, “el que coma de este pan vivirá para siempre”(Jn 6,51).

Como ya hemos dicho, las siete afirmaciones repiten una sola idea. Jesús es el verdadero pan, el pan que da la vida, la vida eterna, vivimos de Él. Cada vez que comulgamos nosotros estamos invitados a asimilar el pan; Cristo. Usted no puede decir que desayunó simplemente colocando el pan sobre la mesa, mirándolo un par de minutos y pensando que ya desayunó. No Usted tiene que coger el pancito y tiene que comerlo. Pues bien, esa analogía explica la comunión. A Jesús hay que comerlo. ¿Qué quiere decir eso? No basta únicamente con mirarlo y mirarla. Hay que encarnarlo. Y lo que nosotros encarnamos, asimilamos, lo hacemos una sola cosa con nosotros. No podemos comulgar en la Eucaristía y regresar a la casa egoístas. No puede ser. Cuando comulgamos hacemos alianza con Cristo, nos hacemos uno con Él: ‘Él en mí y yo en Él’. Con razón dice San Pablo: “Vivo yo, pero no soy yo el que vive, es Cristo quien vive en mi” (Gal 2,20).

En definitiva, Jesús quiere subrayarnos que el hombre: nosotros, ustedes y yo, estamos llamados a alimentarnos del Verbo hecho carne, alimentarnos de Él como Palabra en la que hay que creer, como ejemplo que hay que seguir, como víctima propiciatoria a la que hay que adherirse. Adherirse místicamente, profundamente en un acto sacramental. En términos más sencillos y más pobres, Jesús es la vida del hombre. El hombre está hecho para vivir en, con, por, e inclusive de Jesús. Vivir de Él mediante la fe que escucha su Palabra. Que le recibe como un Hijo de Dios, que cree que Él es el Hijo de Dios encarnado, el Hijo de Dios que ha dado su vida por mí. Comulgar es encarnar el sentido de la muerte y resurrección de Cristo, el acto salvífico por excelencia. Es traer a mí todo el poder y la fuerza de la cruz y hacerme uno con el crucificado mediante la comunión misteriosa con su sacrificio, su muerte, su cuerpo y su sangre benditos, entregados por nosotros en la cruz. Nosotros estamos destinados a vivir de Jesús. A encontrar en Cristo la plenitud de nosotros mismos y a realizar su destino en la comunión y en la identificación con Él. Comulgamos con sus opciones, con sus actitudes, con sus comportamientos, con todo el evangelio. Y comulgamos con la mayor de todas sus opciones, la de dar la vida por los demás.


Dios es amor (IJn 4,8) y en el domingo anterior se nos ha dicho: “Tanto amó Dios al mundo que envió a su Hijo único, para todo el que cree en Él tenga vida eterna” (Jn 3,16).  Jesús mismo nos ha dicho: “Si alguien me ama, guardará mis palabras y mi padre lo amara y vendremos y haremos morada en el èl” (Jn 14,23). Por eso, pienso que fue la mejor definición que dio de sí el Hijo al decirnos: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo, quien come de este pan vivirá para siempre” (Jn 6,51). Al menos en su relación con nosotros es Jesús quien se dona en la Eucaristía. Convertirse en pan sin necesidad de panaderos porque de ello hace el Espíritu santo y darse a comer como pan y carne. Todo ello, ¿qué significa sino que Jesús no vive para sí sino que vive para que todos tengamos vida eterna. Pero pensar que Dios se hace pan y se hace carne para que podamos comerlo, realmente es todo un exceso de amor y de entrega. El pan no sirve para nada si no es para que lo comamos. El pan no es para sí mismo ni para guardarlo. El pan es siempre para los otros. La carne no es para sí misma, es para que otros puedan alimentarse.

Los judíos que escuchaban a Jesús se escandalizaron y disputaban entre sí: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? (Jn 6,52). Dios siempre ha sido escandaloso para los hombres porque es tan creativo que hace cosas que ni se nos ocurre pensarlas. Esa es la Eucaristía. Algo tan sencillo como es comulgar y algo tan misterioso que es comernos a Dios entero. Algo tan misterioso que Dios en su loco amor por nosotros se hace vida en nuestra vida. Por eso, no cabe duda que, la Eucaristía es uno de los mayores milagros del amor de Dios. Por tanto, debiera ser también una de las experiencias más maravillosas de los hombres. Sin embargo, uno siente cierta sensación de insatisfacción. ¿No la habremos devaluado demasiado? Y no porque no comulguemos, sino porque es posible que no le demos el verdadero sentido a la Comunión que es comunión con el mismo Hijo que nació de las entrañas de María la virgen y con el mismo Jesús crucificado y resucitado. Es comunión con el pan glorificado.

Dios buscó el camino fácil y lo más sencillo posible para nuestro encuentro. Y a nosotros pareciera que lo fácil no nos va, como que preferimos lo complicado y difícil. Una de las maneras de deformar la Eucaristía es no vivir lo que en realidad significa. En la segunda lectura, Pablo nos dice: “El pan es uno, y así nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque comemos todos del mismo pan.” Somos muchos y somos diferentes. Somos muchos y pensamos distinto. Sin embargo, todos juntos formamos un solo cuerpo, una sola comunidad, una sola Iglesia, una sola familia. ¿Por qué? Sencillamente porque “todos comemos del mismo pan”. Por tanto, comulgar significa unidad, sentirnos un mismo cuerpo, una misma familia. De modo que no podemos comulgar “del mismo pan” y salir luego de la Iglesia tan divididos como entramos.

No olvidemos que la Eucaristía es mucho más que un acto piadoso individualista, es el Sacramento de la Iglesia. Es el Sacramento del amor de Dios que nos ama a todos. Es el Sacramento de la unidad, donde por encima de nuestras diferencias, todos nos sentimos miembros de un mismo cuerpo que es Jesús, que es la Iglesia. Por eso San Pablo nos habla desde su experiencia. Las primeras divisiones en la Iglesia nacieron de la celebración de la Eucaristía. Todos participaban en la misma celebración, pero mientras unos comían bien, los otros pasaban hambre. Pablo les dice enérgicamente: “Esto no es celebrar la Cena del Señor”. No se puede comulgar a Cristo si a la vez no comulgo con mi hermano. No se puede recibir el pan de la unidad, si vivimos divididos. Por eso decimos que “la Iglesia hace la Eucaristía y la Eucaristía hace a la Iglesia”. “Aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo, porque todos comemos del mismo pan.” El fruto de nuestras Eucaristías tendría que ser “la espiritualidad de unidad y de la comunión fraterna”.

Por lo que significa esta unión con Dios en la sagrada comunión, hay requisitos que cumplir, por eso cualquiera no comulga sino el que está en gracia de Dios. Así es como lo describe San Pablo: “Lo que yo recibí del Señor, y a mi vez les he transmitido, es lo siguiente: El Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó el pan, dio gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en memoria mía". De la misma manera, después de cenar, tomó la copa, diciendo: "Esta copa es la Nueva Alianza  que se sella con mi Sangre. Siempre que la beban, háganlo en memoria mía". Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva. Por eso, el que coma el pan o beba la copa del Señor indignamente tendrá que dar cuenta del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Que cada uno se examine a sí mismo antes de comer este pan y beber esta copa; porque si come y bebe sin discernir el Cuerpo del Señor, come y bebe su propia condenación” (I Cor 11,23-29).  También hay citas que diversas que resalta la importancia de la Eucaristía: Éxodo 24, 8; Jeremías 31, 31;  Matero 26, 28;  Marcos 14, 24;  Lucas 22, 20; 2 Corintios 3, 6;  Hebreos 8, 8;  Hebreos 10, 29.

sábado, 7 de junio de 2014

FELIZ FIESTA PARROQUIA ESPÍRITU SANTO

La fraternidad de Hermanos Menores: Fr, Dante (Párroco), Fr, Julio, Fr, Manuel, Fr, Nicolas y Fr, Abraham se complacen en compartir con todos sus fieles la alegría de celebrar su fiesta patronal como PARROQUIA DEL ESPÍRITU SANTO con un saludo franciscano de Paz y Bien


DOMINGO DE PENTECOSTÉS

Proclamación del Evangelio según San Juan 20,19-23:

Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: "¡La paz esté con ustedes!" Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor.

Jesús les dijo de nuevo: "¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes". Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió: "Reciban el Espíritu Santo.Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan". PALABRA DEL SEÑOR.

REFLEXIÓN:

Estimados amigos(as) en el Señor que derramó su Espíritu Paz y Bien.

En el domingo anterior en su ascensión el Señor nos dejó todo un programa de tarea que cumplir: "He recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,18-20). Fíjense que reiteró cuatro veces el adjetivo TODO: que todo poder se me dio, que todos los pueblos seas mis discípulos, que enseñen a cumplir todo lo que les encargo, que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. Anterior a este encargo ya nos dijo: “Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes: el Espíritu de la Verdad, a quien el mundo no puede recibir, porque no lo ve ni lo conoce. Ustedes, en cambio, lo conocen, porque él permanece con ustedes y estará en ustedes” (Jn 14,15-17). Para cumplir con esta ardua tarea cual es anunciar el Evangelio y hacer que todos sean consagrados al Señor por el bautismo, y nos ha prometido estar con nosotros y lo hará por el don de su Espíritu que el Padre enviará en su nombre. Esta efusión de su Espíritu es lo que hoy celebramos en la fiesta de Pentecostés.

La solemnidad de Pentecostés, fiesta del Espíritu Santo que hoy celebramos tiene connotaciones muy particulares en el relato de los hechos de los apóstoles (Hch 2,1-11). Un relato lleno de simbolismo y que expresa más gráficamente la misión del Espíritu Santo en la Iglesia, por el que en nuestra reflexión tomamos como punto central de referencia para entender mejor el evangelio de Jn 20,19-23.

En primer lugar, el simbolismo de las lenguas de fuego: “Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos” (Hch 2,2-3). Como se ve, el Espíritu está en el simbolismo del fuego. El Espíritu Santo es como el fuego. Y quién no sabes cuáles son los efectos del fuego. El fuego quema, es calor. El fuego es también energía y fuerza que transforma o purifica todo. Es el fuego también destruye todo a su paso. Este poder del Espíritu santo es la que se derrama en los sacramentos, haciendo del nefito un soldado de Cristo.

Juan Bautista dice a los judíos: “Yo los bautizo con agua para que se conviertan; pero aquel que viene detrás de mí es más poderoso que yo, y yo ni siquiera soy digno de quitarle las sandalias. Él los bautizará en el Espíritu Santo y en el fuego. Tiene en su mano la horquilla y limpiará su era: recogerá su trigo en el granero y quemará la paja en un fuego inextinguible" (Mt 3,11-12). En el bautismo se nos da el don del Espíritu y en su plenitud en el sacramento de la confirmación, sacramentos que hacen de quien lo recibe hombre nuevo: “Todos ustedes, por la fe, son hijos de Dios en Cristo Jesús, ya que todos ustedes, que fueron bautizados en Cristo, han sido revestidos de Cristo. Por lo tanto, ya no hay judío ni pagano, esclavo ni hombre libre, varón ni mujer, porque todos ustedes no son más que uno en Cristo Jesús. Y si ustedes pertenecen a Cristo, entonces son descendientes de Abraham, herederos en virtud de la promesa” (Gal 3,26-29).

Esa fuerza del Espíritu como la del fuego tiene aún mayores connotaciones en los sacramentos. Y así, el fuego del amor, destruye todo lo que nos impide amar de verdad. Destruye y quema todo aquello que nos impide crecer y madurar. Destruye y quema los egoísmos, los orgullos, las ansias de poder. Con frecuencia necesitamos quemar la maleza de los campos y también la maleza de nuestros corazones. El fuego da calor y tiende a expandirse. Pues el Espíritu Santo es el fuego que nos da fuerza interior para afrontar las dificultades, los problemas y ser capaces de ver lo imposible como posible.

En segundo lugar, el efecto tan radical que se lleva a cabo en los mismos discípulos que ahora aparecen totalmente desconocidos: “Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse… Con gran admiración y estupor decían: "¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos?” (Hch 2,4.7). Ahora el fuego suscita nueva fuerza, esa fuerza es el nuevo lenguaje universal de la Iglesia que es amor en el que todos nos entenderemos como hijos de un solo Padre, porque lo somos.

Jesús esta en este ámbito del poder del espíritu santo, por eso es capaz de perdonar a sus enemigos porque los ama (Lc 23,34). Por eso nos ha reiterado tantas veces “Ámense unos a otros como les he amado” (Jn 13,34). Y cuando un buen día preguntan a Jesús: "Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?" Jesús le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu. Este es el más grande y el primer mandamiento. El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas" (Mt 22,36-40).

En tercer lugar, la universalidad de la Iglesia por el Evangelio que es Cristo Jesús: “Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua” (Hch 2,5.6). Dios se propuso hacer de la humanidad una sola familia y lo dice por el Profeta: “Yo los sacaré de entre las naciones, los reuniré de entre todos los países y los llevaré a su propio nación. Los rociaré con agua pura, y ustedes quedarán purificados. Los purificaré de todas sus impurezas y de todos sus ídolos. Les daré un corazón nuevo y pondré en ustedes un espíritu nuevo: les arrancaré de su cuerpo el corazón de piedra y les daré un corazón de carne. Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes. Ustedes habitarán en la tierra que yo he dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios” (Ez 36,24-28). Y mismo Jesús nos había reiterado en el domingo anterior: “Vayan, entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo" (Mt 28,19-20). En este principio es como se fundamenta nuestra Iglesia Universal, la Iglesia Católica. Pues, recordemos que Jesús mismo dijo a Pedro: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no prevalecerá contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo" (Mt 16,18).

En cuarto lugar, una de las funciones más importantes del Espíritu Santo: la unidad en la diversidad: “Partos, medos y elamitas, los que habitamos en la Mesopotamia o en la misma Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia Menor, en Frigia y Panfilia, en Egipto, en la Libia Cirenaica, los peregrinos de Roma, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios" (Hch 2,9-11).

¿Cómo entender esta unidad en la diversidad gracias al don del Espíritu? San Pablo haciendo a los dones del espíritu nos sustenta en qué consiste la unidad en la diversidad, característica especial de nuestra Iglesia: “Con relación a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que ustedes vivan en la ignorancia. Ustedes saben que cuando todavía eran paganos, se dejaban arrastrar ciegamente al culto de dioses inanimados. Por eso les aseguro que nadie, movido por el Espíritu de Dios, puede decir: “Jesús es el Señor", si no está impulsado por el Espíritu Santo. Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu. Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor… En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común. El Espíritu da a uno la sabiduría para hablar; a otro, la ciencia para enseñar, según el mismo Espíritu; a otro, la fe, también en el mismo Espíritu. A este se le da el don de curar, siempre en ese único Espíritu; a aquel, el don de hacer milagros; a uno, el don de profecía; a otro, el don de juzgar sobre el valor de los dones del Espíritu; a este, el don de lenguas; a aquel, el don de interpretarlas. Pero en todo esto, es el mismo y único Espíritu el que actúa, distribuyendo sus dones a cada uno en particular como él quiere” (I Cor 12,1-11).

En el misterio de la Cruz brotó del corazón de Cristo la Iglesia: “Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean” (Jn 19,32-35). A este misterio de la sangre y agua que es el la materia del sacramento del bautismo es como se une la forma del bautismo cuando nos dice mismo Jesús: Reciban el Espíritu Santo” (Jn 20,22).

En el misterio de la Ascensión Jesús envía a la Iglesia: “Vayan y hagan que todos los pueblos sea mis discípulos bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo” (Jn 20,19). Jesús nos acompaña en la misión por su espíritu y de modo especial en la sagrada Eucaristía y al respecto nos lo reitera San Pablo: “La copa de bendición que bendecimos, ¿no es acaso comunión con la Sangre de Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el Cuerpo de Cristo?  (Mt 26, 26-28; Mc 14, 22-24;  Lc 22, 19-20) Ya que hay un solo pan (de muchos trigos), todos nosotros, aunque somos muchos, formamos un solo Cuerpo, porque participamos de ese único pan que es Cristo” (I Cor 10,16-17). Y la función del Espíritu Santo es como el fuego que convierte la masa de harina en pan, en la santa Misa es el mismo espíritu quien convierte el hostia en pan, Cuerpo glorificado del Señor.

En Pentecostés, la Iglesia hace su primera presentación o estreno “hace su presentación en la sociedad”. Por eso, en la primera oración de la Misa, le pedimos: “Oh Dios, que por el misterio de Pentecostés santificas a tu Iglesia, extendida por todas las naciones, derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra y no dejes de realizar hoy, en el corazón de tus fieles, aquellas mismas maravillas que obraste en los comienzos de la predicación evangélica.”

 A manera de conclusión: ¿Quién es ese Dios en quién creemos? En el credo de nuestra Fe católica profesamos y decimos: Creo en el Padre, creo en el Hijo y creo en el Espíritu Santo. El Espíritu Santo, es la tercera Divina Persona de la Santísima Trinidad. No son tres dioses, sino un único Dios que se revela de tres modos distintos: En el Padre como creador, en el Hijo como Redentor, el Espíritu Santo el que santifica (Concilio de Nicea 325, Constantinopla 381).

Jesús declaró antes de su ascensión reiteró a sus apóstoles este misterio: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, (Mc 16, 14-18; Jn 20, 19-23; Hch 1, 8) bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo" (Mt 28,18-20).

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia de la salvación hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación del Hijo en las entrañas de la Virgen María, (Lc 1,26-38) cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. El Hijo nos lo presenta y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal. Como el Hijo es la sabiduría del Padre, así el Espíritu es el entendimiento del Hijo y del Padre; por el Don del Espíritu entendemos el misterio del Hijo y por el Hijo entendemos el misterio de Dios Padre.

Cristo prometió que este Espíritu de Verdad va a venir y morar entre de nosotros. "Yo rogaré al Padre y les dará otro Intercesor que permanecerá siempre con ustedes. Este es el Espíritu de Verdad que el mundo no puede recibir porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes saben que él permanece con ustedes, y estará en ustedes" (Jn 14, 15-17). El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés (Hch 2,2-12) y nunca se ausentará. Cincuenta días después de la Pascua, el Domingo de Pentecostés, los Apóstoles fueron transformados de hombres débiles y tímidos en valientes proclamadores de la fe; los necesitaba Cristo para difundir su Evangelio por el mundo. “En adelante, el Paráclito, el intérprete que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho” (Jn 14,26). De modo que, el Espíritu Santo está presente de modo especial en la Iglesia. Ayuda a su iglesia a que continúe la obra de Cristo en el mundo. Su presencia da gracia (fuerza) a los fieles para unirse más a Dios y entre sí en amor sincero, cumpliendo sus deberes con Dios y los demás.

El Espíritu Santo guía al Magisterio (infalible en fe y costumbre/enseñar las verdades sin error) de la Iglesia que lo conforma Papa Francisco, a los obispos y a los presbíteros de la Iglesia en su tarea de enseñar el Evangelio y la doctrina cristiana (Jn 8,31-32), dirigir almas y dar al pueblo la gracia de Dios por medio de los Sacramentos. Orienta toda la obra de Cristo en la Iglesia: solicitud por los enfermos, enseñar a los niños, preparación de la juventud, consolar a los afligidos, socorrer a los necesitados.